JUAN ARCHIBALDO LANÚS Embajador de la Argentina en Francia París, marzo de 2005
El distanciamiento entre los EE.UU. y algunos países europeos que los acontecimientos vinculados a la guerra de Irak ha puesto de manifiesto, hacía prever un verdadero sismo cultural y político en el seno de la Alianza Atlántica. El Presidente Georges Bush, inquieto por las derivaciones que ello podría tener, tomó la iniciativa de buscar una reconciliación explicando mejor sus intenciones y dar vuelta la página de las desavenencias. Para ello realizó en un viaje a Europa, precedido por otro de su Secretario de Estado Condoleezza Rice a varias capitales del continente a principios de febrero. Ambos vinieron a Europa a vender las buenas intenciones de la política norteamericana y a desactivar una creciente oposición a la legitimidad de la hegemonía mundial de los Estados Unidos.
Se trataba de reconstruir la confianza y para ello el primer paso era encontrar temas en los que hay o puede haber coincidencias. El objetivo del Presidente Bush fue imaginar una “Nueva era transatlántica” y el gran designio de su política internacional “hacer avanzar la libertad en el mundo”.
Para evaluar el grado de cohesión entre los países miembros de la Alianza Atlántica y en que medida occidente está unido y comparte la misma visión estratégica, creo que es necesario describir el origen de la disidencia y recordar su evolución con posterioridad a la intervención en Irak.
A partir de una definición sobre el estado de la situación de las relaciones interatlánticas, estimo que la cuestión de fondo que deberíamos plantear se divide en dos interrogantes:
¿Se trata de una división o disidencia profunda entre Estados Unidos y Europa?
¿Cúal de las dos partes se ha alejado de la otra?
Esta cuestión de la cohesión política y estratégica de los países que integran la Alianza Atlántica es un tema crucial para imaginar escenarios posibles ante la eventualidad de una próxima crisis de seguridad que se plantee en el mundo.
I
Nuevos principios de la política internacional de los EE.UU. 1 - El fin de la guerra fría cambió los supuestos de la estrategia norteamericana que eran la “contención” y la doctrina de la “destrucción mutua asegurada” que actuaba como un factor de disuasión. Ambos principios implicaban una estrecha solidaridad con los países de Europa occidental que recibían la protección del “paraguas atómico”.
Durante cincuenta años los Estados Unidos y los países europeos miembros de la Alianza Atlántica mantuvieron una misma visión respecto a su oposición al expansionismo soviético y en general coincidieron sobre la forma de tratar las crisis de seguridad internacionales. El sistema de seguridad colectiva en la mayoría de los casos no funcionó por el frecuente veto soviético. Pero ningún miembro de la Alianza Atlántica cuestionó la legitimidad de los Estados Unidos para actuar respetando o no el Derecho Internacional, cuando se percibió que existía una amenaza a la seguridad. El enemigo principal era el Estado Soviético, su bloque y la ideología marxista.
La legitimidad de su hegemonía dentro del grupo occidental derivaba precisamente de la estructura bipolar del mundo, estructura ésta que desapareció al producirse la implosión soviética. Una nueva etapa histórica, a partir de esa situación se abre, tanto para el sistema internacional como para los Estados Unidos.
2 - Si durante cincuenta años, la guerra fría había impedido el normal funcionamiento del sistema de seguridad colectiva previsto en la Carta de la O N U, el derrumbe soviético no ha permitido, sin embargo, restablecer su autoridad. El presidente Clinton mandó tropas a Haití sin autorización del Consejo de Seguridad, en 1998 bombardeó a Irak en la operación Desert Fox sin respetar las reglas de la ONU a pesar de la fuerte oposición de Rusia y Francia, y en Kosovo los europeos fueron a la guerra sin la luz verde del Consejo, invocando la teoría de la intervención humanitaria que hecha por tierra la concepción Westfaliana de la soberanía. Como lo había anticipado el Presidente Clinton “multilateral si posible, unilateral si necesario”.
Clinton fue el primero en redefinir un nuevo “enemigo” al adoptar un sistema de defensa misilística para proteger a los EE.UU. de ataques de los “estados villanos”. La especificidad de la política norteamericana se acentúa cuando Clinton pide, también por primera vez, que las tropas de su país tuvieran inmunidad frente a una acción de la Corte Internacional.
No cabe duda que el atentado a las torres gemelas en Nueva York el 11 de septiembre 2001, es un momento divisorio de aguas para la política exterior norteamericana.
3 - La “amenaza terrorista” y la existencia de “estados villanos” dispuestos a cubrirlos o a desarrollar “armas” que ponen en peligro intereses estratégicos de los Estados Unidos impulsa la definición de un enfoque nuevo de la política de ese país.
Se trata de establecer la prioridad de la defensa de los intereses nacionales de los Estados Unidos por encima de los principios y obligaciones multilaterales, de la designación de un “eje del mal”, de la guerra preventiva, de la noción de las alianzas flexibles. El supuesto de esta política lo constituye una superioridad militar capaz de mantener en cualquier lugar del planeta dos guerras al mismo tiempo.
La enunciación del principio de la “guerra preventiva” como parte de la política exterior de los EE.UU. significa a los ojos de Washington una estrategia capaz de impedir atentados terroristas, es decir, un cambio fundamental respecto a los presupuestos que guiaron a ese país desde la segunda postguerra.
4 - Esta nueva doctrina ha sido codificada en un documento The National Security Strategy del 20 de septiembre 2002. El Senador Robert Byrd tenía razón cuando en su discurso frente al Senado Norteamericano del 21 de febrero 2003 habló de un “viraje en la política exterior de los EE.UU.” de “un enfoque radicalmente nuevo de la idea de autodefensa”, de una “doctrina revolucionaria de la prevención”. Esa directiva sobre seguridad nacional sostenía que “para anticiparse o evitar... estos actos hostiles de nuestros adversarios, Estados Unidos actuará, si es necesario, de forma preventiva”. Esta posición es contraria a lo que establece el artículo 2 y 51 de la Carta de la ONU, porque un país se asignaría el derecho de atacar preventivamente.
La enunciación de la doctrina de la “guerra preventiva” demuele el compromiso norteamericano a uno de los pilares básicos del sistema internacional de San Francisco, que no es la prohibición de la guerra (como ocurrió con el utópico acuerdo Briand Kellog en 1928) sino la sujeción de la fuerza a las decisiones del Consejo de Seguridad de la O N U .
La Doctrina de la “guerra preventiva” abre la puerta a las operaciones para cambiar regímenes, mas aún en aquellos estados “que se arman para amenazar la paz en el mundo” y que forman el “eje del mal” según la definición del Presidente Bush en su discurso del 29 de enero 2002 sobre el Estado de la Nación.
El caso de Irak puso a prueba la aplicación de esta doctrina pues la intervención militar se hizo sin autorización expresa del Consejo de Seguridad, para “prevenir” el peligro que representaba “la posesión” de armas de destrucción masiva por parte del Gobierno de Saddam Husseim.
5 - Esta nueva justificación de una intervención militar en un estado soberano, modifica el compromiso de respetar la Carta de la O N U que todos los Gobiernos Notertamericanos desde Franklin D. Roosevelt habían proclamado aunque no siempre cumplido ( p. e. Santo Domingo, Vietnam,, Panamá, etc..). Debemos recordar que fue el Presidente F.D. Roosevelt quien, despues de Yalta, proclamó “el fin de sistema de la acción unilateral, de alianzas exclusivas, de esferas de influencia, de equilibrio de poder...” Proponía en cambio, “una organización universal en la que todas las naciones amantes de la paz tengan la ventaja de adherir a ... una estructura permanente de paz”. Esta estructura fue precisamente la ONU, a la que critican los sectores neoconservadores que rodean al Presidente Bush.
6 - En la revista Foreigns Affairs (mayo-junio 2003) Michel Glennon sostiene que Irak es el “fin de una gran experiencia” que es “la monumental experiencia internacionalista del siglo XX” que tenía por objeto “someter el uso de la fuerza al imperio de la “ley”. Según este autor “la suerte del Consejo de Seguridad está sellada” por la fuerza desproporcional de los EE.UU. tiene frente a otros países. Alega, finalmente, por la construcción de “nuevos mecanismos internacionales” para asegurar la paz y la seguridad. Esta visión no sólo invalida la legitimidad del derecho sostenida por la mayoría de los Gobiernos del mundo, sino que contradice la posición de países miembros del G8 con derecho a veto en el Consejo de Seguridad. La respuesta de la vocero del Gobierno francés en Evian (2003) fue explícita: “defendemos el imperio del Derecho, la aplicación de las soluciones internacionales y la competencia del Consejo de Seguridad de la O N U” .
Debemos tener presente que Richard Perl, consejero de Donald Rumsfeld, en un artículo publicado el 21 de marzo de 2003 en el diario The Guardian, decía lo iguiente: “...gracias, Dios, por la muerte de la O N U “. Rectificó que no moriría toda la O N U sino el “mito de las Naciones Unidas como fundamento del nuevo orden mundial” y “el concepto liberal de la seguridad obtenida por el derecho internacional puesto en aplicación por las instituciones internacionales”.
7 - Otro cambio fundamental en la política norteamericana deriva de la visión según la cual los intereses de los EE.UU. no pueden ser garantizados por alianzas permanentes. Desde el fin de la segunda guerra mundial los Estados Unidos habían puesto un gran empeño en lograr pactos de seguridad y alianzas regionales y bilaterales con miras a afrontar las amenazas del enemigo común que era el poder soviético (Tiar (1947); Seato (1954) y bilaterales con Filipinas (1951) Australia y Nueva Zelandia (1951), Corea del Sur (1953), China Nacionalista (1954), etc.
8 - En realidad de lo que se trata es de una “renacionalización” de la política exterior de los EE.UU.. Esta ruptura con la política exterior del pasado, ha modificado el lugar que Europa tenía como “aliado indispensable”, como “socio necesario”, desde el final de la segunda guerra mundial, y ello porque al desaparecer la amenaza global que representaba la Unión Soviética, los EE.UU. pueden prescindir en gran medida de Europa y los países que la integran.
El Presidente Bush tiene 2 convicciones:
a) La mejor forma de garantizar la seguridad de los Estados Unidos es liberar al país de las limitaciones u obligaciones impuestas por amigos, aliados o instituciones internacionales. Es decir E.E.U.U: ha retomado su libertad de acción y se desentiende del sistema de alianzas permanentes y de algunos de sus compromisos multilaterales (denuncia o crítica de muchos acuerdos internacionales, puso fin al tratado ABM -antibalistic missile- se negó a firmar e hizo campaña para evitar que entre en vigencia el acuerdo sobre el Tribunal Internacional, se opone al protocolo de Kyoto sobre cambio climático, etc..).
b) EE.UU. debe utilizar su fuerza militar para modelar el mundo a fin de hacerlo más favorable a sus intereses.
Michel Glennon en el artículo citado dijo que el principio de la no-intervención ha sido violado tantas veces en las últimas décadas, que su legitimidad ha caído en desuso. Para defender sus tesis y contradecir las críticas europeas los intelectuales neoconservadores han señalado las contradicciones europeas. Robert Kagan en su “Paradise and Power” dice que en el 2003, Francia, Alemania y otras naciones europeas pedían que los EE.UU. adhirieran a un standard legal internacional que ellos habían ignorado por razones morales y humanitarias cuatro años antes”. Se refería a la intervención en Kosovo. Colin Powell afirmó en octubre del 2002, que EE.UU. poseía la “autoridad para intervenir en Irak... como lo hicimos en Kosovo”.
9 - En el reciente viaje que realizaron a Europa el Presidente George Bush y la Secretario de estado Condoleezza Rice no anunciaron un cambio de posición respecto a estas cuestiones sino que más bien intentaron lograr acuerdos y políticas comunes frente a problemas concretos. La doctrina de “guerra preventiva” y la relativización de las obligaciones referentes a los procedimientos del Consejo de Seguridad, siguen vigentes y forman parte central de la política exterior de los Estados Unidos. La gran mayoría de la opinión pública europea critica estas ideas.
II
Posición de los países europeos soberanistas 10 - Los países europeos que sostienen su apego a los principios de la Carta y de la soberanía disienten frontalmente con las pretensiones de Washington en dos puntos centrales:
a) La doctrina de la guerra preventiva y todas sus implicancias y b) el rol hegemónico que los EE.UU. pretenden continuar ejerciendo.
Francia, a través del gobierno de Jacques Chirac, es quizás el país que más frontalmente se opone a la nueva versión “neoconservadora” o “nacionalista” de la política norteamericana. La posición “soberanista” es fuerte en la política interior francesa, cuya elite intelectual no olvida que fue Jean Bodin en su “Seis libros de la República”, en el siglo XVI, el primero en formular el concepto de “soberanía”, quizás la más bella creación de la teoría política de la modernidad.
El Presidente Chirac acusa a los Estados Unidos de “sabotear al sistema multilateral”...afirmando que... “nadie puede aceptar la anarquía de una sociedad sin reglas”. Para el Canciller Dominique de Villepin no se trata de dos respuestas al problema que plantea Irak sino de “dos visiones del Mundo” (Discurso ante el Consejo de Seguridad, 19/3/2003). Joshka Fisher, Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania afirma que ..” el concepto medular de Europa después de 1945 hasta hoy es el rechazo de principio del equilibrio de poder europeo y de la ambición hegemónica de estados individuales...” (Discurso en la Universidad de Humbold, Mayo 12, 2000). Los países europeos han dejado atrás lo que Fisher llama “el viejo sistema de equilibrio de poder con su permanente orientación nacional, obligación de formar coaliciones, tradicionales políticas fundadas en el interés y el permanente peligro de ideologías nacionalistas...”.
Europa, en definitiva, vive un sistema que rechaza la fuerza. La regla del derecho reemplaza el juego del poder y la moral sostenido por los Estados Unidos. Europa es laica, la visión del Presidente Bush es religiosa.
11 - La crítica de Francia, Alemania, Bélgica y otros países europeos no sólo tiene en la mira el unilateralismo de la política de Washington sino su inclinación mesiánica, es decir su afirmación de que existe un “eje del mal”, que el presidente Bush definió el 29/01/2002 en su discurso sobre el Estado de la Unión. Como afirmó Dominique de Villepin, el Canciller francés, (Le requin et la mouette, 2004) “En definitiva, este imperialismo mesiánico pone en obra los resortes clásicos del poderío al servicio de una concepción maniquea del mundo...”.
En su entrevista a la televisión del 14 de julio del año 2003, el Presidente Chirac fue claro cuando afirmó que una crisis mundial no puede encararse por una nación “actuando sobre la base de su propio interés y juicios... cualquier situación de crisis, no importa su naturaleza, en cualquier lugar del mundo concierne a la comunidad internacional toda”.
12 - Pero esta crítica no es unánime del lado europeo, pues el gobierno de Blair en Gran Bretaña, el de Berlusconi en Italia, el de Aznar en España y los gobiernos de la República Checa, Polonia y Dinamarca, se alinearon durante la guerra de Irak con la política de Washington. En una carta suscrita el 30 de enero de 2003 adhirieron a una Declaración conjunta apoyando a los Estados Unidos “en sus esfuerzos por desarmar Irak” y reafirmaron que la Alianza trasatlántica era garantía de su libertad. Al citar la resolución 1441 del Consejo de Seguridad, votada por unanimidad adhirieron a la intervención militar en Irak.
Algunos meses más tarde, el 9 de junio de ese año, los países del grupo de Vilnius, que aspiraban ingresar a la OTAN y otros a la Unión Europea se declararon “dispuestos a participar en una coalición internacional” para poner en práctica las recomendaciones del Consejo de Seguridad. Estos países son: Letonia, Lituania, Estonia, Eslovaquia, Eslovenia, Bulgaria, Rumania, Albania, Croacia y Macedonia.
13 - Este apoyo de más de 16 gobiernos europeos a los Estados Unidos se quiebra con el triunfo del Partido socialista en las elecciones del 14 de marzo de 2004 en España que llevó a la instalación de un nuevo gobierno liderado por José Luis Rodríguez Zapatero. Cumpliendo su promesa electoral, el Primer Ministro Zapatero decidió retirar las fuerzas españolas estacionadas en Irak. Esta decisión fue lamentada por el Presidente Bush quien el 19 de abril afirmó que la medida "dará falso consuelo a los terroristas y enemigos de la libertad".
Con la derrota del partido de Aznar, Washington pierde no sólo un aliado frente a Irak, sino también un interlocutor dispuesto a servir de nexo con América Latina.
La decisión de Rodríguez Zapatero tiene algunas consecuencias inmediatas:
a) Retiro de Honduras y República Dominicana de la coalición.
b) El equilibrio europeo entre atlantistas y europeistas (nueva Europa y vieja Europa, según los americanos) se inclina a favor del eje Paris-Berlin.
c) Las revelaciones sobre las torturas de irakíes detenidos en las cárceles de Irak derrumba definitivamente el argumento "moral" invocado por Washington y aumenta la autoridad de los gobiernos europeos que rechazaban la intervención.
14 - A pesar de los esfuerzos de la diplomacia norteamericana realizados durante los años 2003 y 2004 por convencer a los gobiernos europeos que disentían con la política de Washington, a principios del año 2005 la disidencia y la desconfianza política se habían instalado en el seno de la Alianza Atlántica y dentro de la Unión Europea. El primer ministro Tony Blair intentó una aproximación entre ambas partes sin obtener resultados palpables.
El segundo mandato presidencial de George Bush parecía que iba a cristalizar la fosa que separaba dos visiones del mundo. Afortunadamente un movimiento del presidente norteamericano abrió las perspectivas de un reencuentro.
III
“América” y Europa: dos pilares del mundo Occidental
15 - América había sido una esperanza para los europeos de las “luces”. Por la voluntad de sus habitantes se había elegido la libertad como paradigma y la dignidad del hombre como inspiración de la acción política. Los Estados Unidos siempre quisieron, sin embargo, diferenciarse en su práctica diplomática de la política de poder que impulsó por siglos a los europeos, y confiaron más en el resguardo del derecho que en el mecanismo del equilibrio sobre el que se pretendió asentar la paz en el Continente.
A lo largo de la historia de los Estados Unidos observamos que la utopía de los padres fundadores se manifiesta como un deseo de diferenciarse de los paradigmas europeos: la desigualdad social, el equilibrio, la diplomacia secreta, el colonialismo, la política de poder, etc. George Washington en su Farewell Adress (discurso de despedida) aconseja a sus conciudadanos a no comprometerse en alianzas con potencias extranjeras ( “nuestra verdadera política es alejarnos de las Alianzas Permanentes con otras naciones”). El propósito de la propuesta del Presidente Monroe en 1823 -América para los americanos- es alejar a los europeos del continente americano; los 14 puntos del Presidente Woldroow Wilson son principios contrarios a las prácticas tradicionales de las políticas europeas.
16 - Desde la crisis de Berlín en 1948 hasta la fecha simbólica de la caída del muro en noviembre de 1989, los países miembros de la Alianza Atlántica mantuvieron su cohesión y participaron conjuntamente en la política de contención ante los intentos expansionistas de la Unión Soviética, aún cuando hubo momentos y situaciones de tensión y disenso entre algunos de los países occidentales.
Estos hechos no invalidaron el fundamento de solidaridad que sostuvo la estrategia del mundo occidental frente al bloque soviético. Cabe recordar algunos de estos hechos. La actitud de los Estados Unidos ante la expedición franco-británica del canal de Suez (1956), la oposición francesa a la guerra de Vietnam, y en varias oportunidades la actitud crítica del General De Gaulle frente a la política británica de solidaridad con los intereses estratégicos de los Estados Unidos. Francia no aceptó delegar al gobierno de Washington las cuestiones de defensa, contestó la idoneidad del aparato militar de la OTAN para satisfacer los intereses de seguridad del "mundo libre", pidió una organización "tripartita" (Carta de De Gaulle al Presidente Eisenhower y al Primer ministro H. Macmillan) y finalmente este país, en julio de 1966, se retiró del aparato militar de la Alianza Atlántica. Mientras Gran Bretaña se mantuvo siempre como aliado privilegiado de Washington, Francia preserva celosamente su independencia y seguridad nacional.
La política francesa de otorgar unilateralmente concesiones comerciales a más de 750 productos originarios de la URSS y China Continental en 1964 y posteriormente la “ostpolitik” del Canciller alemán Willy Brand, fueron manifestaciones de independencia en el seno de la Alianza Atlántica que generaron una auténtica tensión con el gobierno de Washington. Es decir, la cohesión básica del mundo occidental en su combate contra el bloque comunista no estuvo exenta de disidencias pero estas nunca llegaron a compartimentar en grupos opuestos a los socios de la Alianza Atlántica.
17 - Con posterioridad a la caída del muro de Berlín, es decir a partir de la década del noventa, se manifiesta una disidencia creciente entre algunos de los miembros de la Alianza, no sólo sobre la misión a la que debía estar abocada la NATO sino respecto a los principios y procedimientos que debían presidir la resolución de las crisis de seguridad que pusieran en peligro la paz del mundo. Este proceso se percibe al principio en temas marginales como ser la posición respecto a la prohibición del uso de minas antipersonales, el rechazo a suscribir la convención que crea la Corte Internacional de Justicia, o la ratificación del acuerdo de Kyoto sobre emisiones nocivas al medio ambiente. Luego en oportunidad de encararse la cuestión de Irak (2002-2003) eclosiona y se transforma en una disidencia de fondo.
18 - Como lo hemos expresado precedentemente la disidencia que se plantea en el seno de la Alianza Atlántica entre los Estados Unidos y los aliados de la coalición por un lado, y por otro el tandem Francia-Alemania con sus seguidores, involucra cuestiones de fondo y no solamente una diferencia sobre las políticas a seguir ante problemas específicos (Irán, China, Medio Oriente, etc.).
19 - Sin embargo, es posible afirmar que no existiría una ruptura con la política exterior del pasado sino que algunos gobiernos europeos no aceptan hoy (principios del siglo XXI) lo que antes se justificaba en el contexto de la guerra fría. El verdadero cambio no vendría pues de los Estados Unidos, sino de Europa.
En realidad nada de lo que sostiene actualmente los EE.UU. es muy distinto de lo que hacían en el pasado y que Europa no objetó. Ningún gobierno europeo dijo nada con respecto a la intervención norteamericana en Santo Domingo (1965) o Panamá (1998).
El “eje del mal” no es un concepto muy diferente de la lucha contra el “comunismo internacional” lanzada por el Secretario de Estado Fister Dulles a principios de la década del cincuenta, que tanta repercusión tuvo en América Latina, o al concepto de “imperio del mal” acuñado por Ronald Reagan. El no respeto a los procedimientos y principios establecidos en la Carta de la ONU fue recurrente durante décadas: guerra de Vietnam, Santo Domingo (1965) Panamá (1989), Haití (1994), bombardeos sobre Irak(1998). La idea de un cambio de régimen mediante intervenciones directas o encubiertas en países tampoco es nueva: destitución del Primer Ministro Mossadegh en Irán (1953); invasión de la Bahía de los Cochinos en Cuba con vistas a derrocar el gobierno de Castro (1961) ayuda a los contras en Nicaragua (1980). Parecería más bien que es en Europa donde el estado de la opinión pública ha hecho un giro importante en lo que hace a los valores que deben regir la política internacional.
20 - Un nuevo idealismo legalista ha dejado atrás la admiración por la fuerza, el culto a la política de poder, rechaza las actitudes colonialistas, en fin pretende evitar el maniqueísmo que caracterizó los momentos más duros de la lucha ideológica en el continente. Se trataría en definitiva de una oposición entre el universo de Kant y el mundo de Hobbes.
21 - Por otra parte la implosión de la sociedad soviética y la desaparición de la confrontación ideológica y estratégica Este-oeste, despojó a la Alianza Atlántica de gran parte de su razón de ser. El mantenimiento del acuerdo de 1949 o el ingreso de nuevos miembros a la NATO, no significa que haya una coincidencia de intereses ni una idéntica visión estratégica entre sus miembros. No existe un acuerdo sobre cuales “amenazas” merecen prioridad ni sobre cual es el rol que debería jugar el aparato militar ante una crisis que ponga en juego la seguridad internacional.
Para el Canciller alemán, Gerard Schroeder, “la Alianza Atlántica no es más el lugar principal donde los socios trasatlánticos se consultan y coordinan sus conceptos estratégicos”. “El diálogo entre la Unión Europea y los EE.UU., en su forma actual, no corresponde ni al peso creciente de la Unión Europea ni a las nuevas exigencias de la cooperación trasatlántica” (Le Figaro 19/20 febrero 2005). Washington por otra parte nunca quiso que la Alianza debatiera las implicancias a largo plazo de la situación en Irak.
Cuando los miembros del Consejo de la NATO se reúnen anualmente, dijo Schroeder, nunca discuten algo de fondo. El Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania preguntó: “¿A dónde discutimos nuestras diferencias como la pena de muerte, la Corte Internacional de Justicia o el Protocolo de Kyoto?”. Ante la inoperancia de la Alianza, Schroeder propuso crear un “comité de sabios”. El Presidente Bush no puede estar más en desacuerdo con estos puntos de vista. Para el Presidente de los Estados Unidos la NATO es “vital” para preservar la paz en el mundo.
Para evaluar la evolución posible de las relaciones entre Estados Unidos y los países europeos en el seno de la Alianza debemos distinguir las cuestiones estratégicas de las políticas y en cada caso detectar los factores que configuran los acuerdos y desacuerdos, las coincidencias o disidencias.
IV
Brecha de la capacidad militar. Dependencia de Europa22 - Hacia el final de la II Guerra Mundial, muchos norteamericanos esperaban que Europa se reconstruyera para transformarse en una fuerza que hiciera frente a la URSS aligerando el peso de la defensa asumido por los Estados Unidos. Esta idea de una tercera fuerza entre América y la URSS tuvo partidarios convencidos después de la alerta global que representó la Guerra de Corea. El fracasado proyecto de la Comunidad Europea de Defensa lanzado en 1950 tuvo ese propósito. La idea de una Europa independiente del poder militar norteamericano fue jaqueada por los británicos y sostenida luego por el general Charles de Gaulle quien proclamando la “independencia estratégica” de Francia, creó la “force de frappe” e hizo de ese país una potencia atómica.
Francia - firme partidaria de esa tercera fuerza - no aceptó delegar al gobierno de Washington las cuestiones de defensa, contestó la idoneidad del aparato militar de la OTAN para satisfacer los intereses de seguridad del "mundo libre", pidió una organización "tripartita" (Carta de De Gaulle al Presidente Eisenhower y al Primer ministro H. Macmillan en 1958) y finalmente este país, en julio de 1966, se retiró del aparato militar de la Alianza Atlántica. Mientras que Gran Bretaña se mantuvo siempre como aliado privilegiado de Washington, Francia preserva celosamente su independencia y seguridad nacional.
23 - La evolución de la política de defensa europea demuestra que desde la II Guerra Mundial, Europa -salvo Francia- eligió mantenerse en una situación de dependencia estratégica de los Estados Unidos contrariando la tesis de una tercera fuerza. Cuando los norteamericanos pasan de la “respuesta masiva” a la “respuesta flexible”, y el Secretario de Estado Henry Kissinger pide a los europeos de aumentar los gastos de defensa, es decir repartir “la carga” de la defensa común, estos prefieren continuar bajo la garantía del “paraguas atómico” y del equilibrio del terror entre los Estados Unidos y la URSS.
De hecho gobiernos europeos prefirieron mejorar su bienestar que aumentar los gastos de defensa. Es por esta razón que las potencias europeas no han logrado reconquistar la posición que tenían con anterioridad a la II Guerra Mundial.
24 - Respecto a la capacidad de despliegue militar para hacer frente a situaciones de crisis, los países europeos han demostrado una permanente debilidad frente a los Estado Unidos, lo cual ha creado una dependencia psicológica. Al finalizar la guerra fría la brecha se amplió.
Mientras los Estados Unidos gasta en defensa más de 3% de su producto bruto, los presupuestos de los países de Europa Occidental cayeron por debajo del 2%. El gasto militar de los Estados Unidos ascendió en 2004 a 416.000 millones de u$s y los diez países que lo siguen 336.000 millones de u$s ( Rusia en millones de u$s 65.200; China 55.900; Francia 45.700, Japón 42.800). La Unión Europea tiene en conjunto un gasto militar inferior a 200.000 millones de u$s.
Los Estados Unidos parten de la hipótesis -como ya he dicho- de mantener la capacidad de llevar adelante dos guerras al mismo tiempo. Ese país es el primero en la historia con posibilidad de proyectar su poder militar en cualquier lugar del planeta. Las propuestas de un estado mayor europeo separado de SHAPE (estado mayor conjunto de la NATO) aprobada en el 2003 por Francia, Alemania, Bélgica y Luxemburgo, es un subterfugio que sólo intenta disimular la debilidad táctica europea. El Secretario General de la NATO, General George Roberston, tildó Europa de ser “un pigmeo militar”.
25 - La premisa de mantener la hegemonía militar y usarla es una idea estratégica que se preparaba desde hace tiempo. En 1992 cuando Dick Cheney el actual vicepresidente era ministro de defensa, se publicó un libro Blanco de Defensa en el que se afirmaba que el gobierno de los Estados Unidos debía “hacer desistir a las naciones industriales avanzadas de su empaño de plantear retos a nuestro liderazgo, o incluso a su intención de aspirar a un mayor papel regional o global” (World Policy Journal, primavera del 2003).
Esa misma actitud la asumió el Presidente Bush cuando en la ceremonia de entrega de premios en la Academia Militar de West Point en junio del 2002 dijo que “Estados Unidos tiene, y se propone mantener, una fuerza militar cuya capacidad está por encima de cualquier desafío...” y “...el ejército... debe estar dispuesto, a golpear sin demora en cualquier oscuro rincón del mundo.”
Esta brecha entre el poder militar de los Estados Unidos y el de la Unión Europea en su conjunto influye decisivamente en la capacidad de acción de cada uno de los pilares del mundo occidental.
V
¿ Hacia una escisión cultural?
26 - La civilización europea se ha estructurado sobre la base de una visión del hombre ( autonomía de pensamiento y respeto a la dignidad) y de la sociedad (estado de Derecho y Libertad) que en la practica tiene diferentes expresiones según sea la experiencia histórica de los pueblos y naciones americanas y europeas.
Durante los cincuenta años de guerra fría las disidencias dentro de la Alianza Atlántica no tuvieron la profundidad ni afectaron a valores fundamentales que sostenía al bloque occidental como ha ocurrido en ocasión de la última crisis en Irak. El general De Gaulle contestó la hegemonía monetaria del dólar, creó la “force de frappe”, y en algunos aspectos apoyó las reivindicaciones del “tercer mundo”, pero nunca puso en duda su alianza con los Estados Unidos, ni su pertenencia a un espacio común que se llamó el mundo occidental, tal como ocurrió por ejemplo en el caso de la Guerra de Corea, las crisis d Berlín, o de la invasión de la Bahía de los Cochinos.
Cabe preguntarse cuan grande es la distancia que separa actualmente las posiciones que asume Washington de los valores y principios que defienden Francia, Alemania, Bélgica y sus seguidores. ¿Se trata de una simple diferencia de enfoque respecto a la política exterior? ¡Estamos en presencia de dos visiones distintas del mundo! ¿Cambió la política de los Estados Unidos o la postura de los europeos?
27 - Si bien el distanciamiento entre la política de los EEUU y la de los países europeos (salvo la actitud pro-atlantista de gran Bretaña) empezó a evidenciarse durante el gobierno de Clinton, es indudable que el atentado terrorista contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 marca un hito en lo que hace a la política de seguridad de los EEUU. Es la primera vez que ese país es atacado en su propio territorio desde el año 1814, en que las tropas inglesas queman el Capitolio y la Casa Blanca.
La doctrina norteamericana está compuesta de varios principios entre los cuales hemos mencionado: guerra preventiva, intervención militar en un país que amenace intereses de seguridad internacional o de los EEUU sin necesidad de aprobación por el Consejo de Seguridad, definición del “Eje del Mal”, políticas unilaterales si es necesario, alianzas flexibles para hacer frente al terrorismo internacional, mantener la superioridad militar para encarar en cualquier lugar del mundo una amenaza a los intereses nacionales de los Estados Unidos.
Los países europeos que forman el grupo liderado por Francia y Alemania, tienen una visión opuesta a esas políticas: sostienen el respeto a los compromisos multilaterales, afirman que no puede intervenirse en un país soberano sin una decisión adoptada por el Consejo de Seguridad y de acuerdo a los procedimientos establecidos por la Carta de la ONU -el gran debate sobre esta cuestión tuvo lugar en el Consejo de Seguridad el 14 de febrero de 2003- rechazan la legalidad de la guerra preventiva y las acciones unilaterales y, en general, sostienen el respeto al derecho internacional. Podíamos afirmar que la visión de esos europeos se inclina a crear un mundo en el que el poder militar tenga menos importancia, poniendo énfasis en las instituciones y procedimientos diplomáticos para promover la paz. Pretenden negar la legitimidad del poder y aumentar la del derecho.
28 - Quizás esta oposición tan frontal pueda expresarse en las concepciones de dos pensadores: Hobbes y Kant. Francia heredera del pragmatismo de Richelieu es partidaria de la transacción; los Estados Unidos son proclives a afirmar su poderío y rechazan compartirlo.
Kant pensaba que la guerra era evitable y visualizaba una “paz perpetua”. En esa corriente se ubican Hugo Grocio, fundador del derecho de gentes, Dante, Marsilio de Padua y Tomás Moro entre los clásicos.
La visión de Hobbes partía de la idea de que el estado natural del hombre es la rivalidad y la lucha, reiterando el viejo apotegma de Plauto según el cual “el hombre es un lobo para el hombre”. Los pensadores que siguen esta visión fueron Hegel, Niestzche y Clausewitz.
29 - El Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania Joschke Fisher dijo que “...el concepto medular de Europa después de 1945 hasta hoy, es el rechazo del principio de balance de poder europeo y la ambición hegemónica de estados individuales que emergieron después de la Paz de Westfalia” (Discurso de la Universidad de Humbold, 12 de mayo 2000). Esta evaluación de la situación la comparte Robert Kagan desde la óptica del pensamiento conservador cuando afirma que “... las ambiciones francesas de crear un contrapeso europeo a los EE.UU., están constantemente superadas por la poderosa aversión europea al poder militar y a la idea del equilibrio del poder” (Paradise and Power, 2004)
Lo que los europeos temen - dice ese autor - no es que los EE.UU. quieran controlarlos, sino que han perdido el control de los EE.UU. y en consecuencia de la dirección de los asuntos mundiales”.
La crítica a EE.UU. no es sólo a su política, sino a la legitimación de su hegemonía. El Ministro Alemán Fisher es claro cuando afirmaba que un orden mundial “no puede funcionar” cuando el interés nacional de la potencia más poderosa “es el criterio definitivo para el uso del poder por ese país”. Jacques Chirac acusó a los EE.UU. de “minar el sistema multilateral” ... “nadie puede aceptar la anarquía de una sociedad sin reglas”.
30 - Esa actitud de desconfianza hacia los compromisos internacionales sancionados por el derecho ha sido confirmada por Washington al designar embajador ante las Naciones Unidas a una persona que había reiteradamente puesto en duda la utilidad de la ley internacional. John Bulton, cuando era Subsecretario de Estado para el control de armas y seguridad internacional, dijo que era “un gran error otorgar ninguna validez a la ley internacional, aun cuando puede en el corto plazo ser vista en nuestro propio interés, porque en el largo plazo, el objetivo de los que creen que la ley internacional significa algo son los que pretenden constreñir a los Estados Unidos”. El gobierno de Washington lo ha designado ante las Naciones Unidas en marzo del 2005. Los neoconservadores han retomado de la antigua política exterior basada en el poderío militar. Se trata quizás de una vuelta a la visión del “garrote” (big stick) de Theodore Roosevelt a principios del siglo XX.
En definitiva la oposición entre ambas posiciones responde a una diferente visión del mundo. La pregunta que hicimos, debe pues, a mi criterio, responderse afirmativamente. El mundo occidental ha comenzado en el ámbito de la política internacional, a expresar los valores comunes que constituyen el patrimonio de su cultura, en dos diferentes versiones. Se trata de dos visiones diferentes. Una responde a la visión de Hobbes, la otra a la de Kant.
31 - La segunda pregunta se refiere a cual de las dos partes ha cambiado. Europa vive un sistema que rechaza la fuerza. Ellos, los que exaltaron el imperio del poder, el colonialismo, el equilibrio, el reparto imperial del Congreso de Berlín en el siglo XIX, esos europeos han dejado atrás lo que Fisher llama “el viejo sistema del balance del poder con su permanente orientación nacional, obligación de formar coaliciones, políticas impulsadas por el interés...”. En realidad rechazan hoy lo que antes admiraron.
Durante la guerra fría, los Estados Unidos asumieron una hegemonía cuya legitimidad fue reconocida por todo el mundo no comunista. El papel central de los Estados Unidos dentro de la estrategia occidental de contención nunca fue puesta en duda. Lideró intervenciones y respondió militarmente a amenazas que pusieron en duda su legítima seguridad, todo ello sin críticas mayores por parte de los europeos.
Robert Kagan, en el libro citado dice que “en 2003, Francia, Alemania y otras naciones europeas pedían que los Estados Unidos adhiriesen a un standard legal internacional que ellos habían ignorado por razones morales y humanitarias, cuatro años antes”. Es Europa la que no acepta hoy lo que antes justificaba. Contesta desde otra lógica a los Estados Unidos que se mantiene fiel a la política de poder.
32 - La opinión prevaleciente en la Unión Europea, aun en aquellos países como Gran Bretaña, España e Italia cuyos gobiernos apoyaron la intervención norteamericana en Irak, y la tendencia general de los paradigmas políticos que inspiran el proceso de integración va progresivamente desvalorizando la vieja admiración por la política de poder, el intervencionismo, y el equilibrio. Un nuevo humanismo democrático, respetuoso de la palabra empeñada, del Derecho, despojado de ideologías, centrado en los derechos humanos y la tolerancia se ha ido imponiendo como un valor dominante en todos los países del Continente. Lo que antes aceptaban ahora es rechazado.
La posición hegemónica que en lo militar tienen los Estados Unidos ha sido despojada de la legitimidad que tuvo durante la guerra fría. Quizás la diferencia más emblemática entre lo que pasa en los Estados Unidos, y lo que sucede en la Unión Europea sea la actitud frente a la pena de muerte. La pena de muerte es objeto de un rechazo unánime en la Unión Europea (Protocolo nº6 para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de 1983) mientras la sociedad norteamericana la apoya mayoritariamente.
Más aun, Francia, Rusia, España y Finlandia anunciaron que no extraditarán hacia los EE.UU. a personas sospechosas de ser terroristas de Al Qaeda si estuvieran expuestas a la pena de muerte. Los europeos quieren alejarse de la desolación que padeció el mundo en el siglo XX cuyas guerras causaron la muerte de 187 millones de personas. La pena de muerte está ampliamente aceptada en EE.UU..
33 - El gobierno de Washington ha ganado en libertad de acción en la medida que los países europeos han dejado de ser indispensables. Para los europeos la legitimidad estructural de la supremacía ha desaparecido. Mientras los Estados Unidos pretenden tener la autoridad política y militar para actuar unilateralmente, los europeos alejados de su tradicional apego a la política de poder, visualizan la construcción de un mundo multipolar.
En este equilibrio inestable que se ha creado en el seno de la Unión Europea, el meollo de la cuestión no será conocer como se resolverán las diferencias entre los europeos para convivir con Washington sino en qué medida Europa será importante para los Estados Unidos. El drama de los europeos - su más secreta frustración - no es tanto el temor que los Estados Unidos dominen el mundo, sino que ellos no tengan más control sobre ese país.
Si observamos las tendencias de la opinión y valores prevalecientes en las sociedades norteamericana y europea, deberíamos concluir que el “sueño europeo” se está alejando del “sueño americano”. Entre la presencia de la religión en la vida cotidiana en un caso y el avance de la laicidad por otro; entre la cruzada antiterrorista y el rigor securitario por un lado y por otro el respeto por los derechos humanos y espíritu de compromiso; entre la vocación de pueblo elegido para el liderazgo y la voluntad de compartir un poder multipolar; entre los objetivos políticos moralizantes y el propósito de promover el derecho internacional, entre la decisión de usar el poder para defender el interés nacional y la aversión al uso de la fuerza, y muchas otras diferencias parecería abrirse una fosa que terminará separando la cultura política de estos dos pilares del mundo occidental.
El Profesor Jeremy Rifkin al analizar la irrupción de la nueva utopía europea afirma lo siguiente:
“Europa se ha convertido en la nueva “ciudad sobre la colina”. El mundo observa este magnífico y novedoso experimento de gobernanza transnacional con la esperanza de que pueda proporcionarnos parte de la muy necesaria orientación que se precisa para saber qué dirección debería tomar la humanidad en un mundo globalizado. El sueño europeo, con su énfasis en la inclusión, la diversidad, la calidad de vida, el progreso sostenible, la solidaridad, los derechos humanos universales y los derechos de la naturaleza, además del objetivo de paz, resulta cada vez más atractivo para una generación que siente simultáneamente el ansia de acceder a las comunicaciones globales y de conservar su inserción local.”
El sueño europeo es un sueño de inclusión y de decisiones que se adoptan por consenso. Mientras Estados Unidos quiere acumular poder para intervenir si ello es necesario a los intereses de ese país, el sueño de la Unión Europea es la paz perpetua. El Profesor de Harvard Joseph Nye, Jr, dice que el enfoque de la política exterior europea se basa en el ejercicio de un “poder suave”.
El viaje del Presidente George Bush y el de la Secretario de Estado Condoleezza Rice no ha permitido abordar esta cuestión que hace a los valores y en definitiva a la visión del mundo. Me inclino a pensar que la zanja continuará profundizándose, porque el sueño europeo ha cambiado y “América” una vez más quiere distinguir el suyo como lo hicieron los primeros peregrinos en el siglo XVII. América Latina será en el corto plazo, un actor decisivo en este debate de civilización si acepta asumir sus responsabilidades. Hemos sido desde el siglo XIX los gestores - diría inventores- de muchos de los principios incorporados al derecho que sentó las bases del actual sistema internacional.
Fue una larga historia de lucha por ideales que puso a nuestra región en la vanguardia del pensamiento político internacional. El gran debate todavía no ha comenzado.