15 de Abril de 2010 - INTERVENCION EMBAJADOR JUAN ARCHIBALDO LANUS EN EL SEMINARIO “CUESTION MALVINAS. NUEVAS MIRADAS Y ESTRATEGIAS SOBRE EL CONFLICTO CON GRAN BRETAÑA.-
Observatorio Parlamentario Cuestión Malvinas. Honorable Cámara de Diputados de la Nación 15 de abril de 2010
Sr. Lanús.- Agradezco la invitación. Yo había preparado una exposición algo extensa y voy a tener que acortarla, pero son las reglas de juego. En primer término señalaré dos o tres paradojas. A pesar de que el tema Malvinas suscita una fuerte movilización popular y emocional, si nosotros analizamos lo hecho, poco hemos logrado o ningún avance real hemos obtenido en lo que respecta al objetivo fundamental de la recuperación de soberanía de las islas. Es más, creo que en algunos aspectos se ha retrocedido.
La segunda observación es que a pesar de haber suscripto más de diez acuerdos -creo que son un poco más- o declaraciones conjuntas luego de finalizada la guerra y habiendo mantenido numerosísimas reuniones y acordado una cantidad enorme de resoluciones desde los años 60, Gran Bretaña trata con desdén, displicencia y sin interés todos los pedidos, propuestas y reclamos argentinos. Al respecto quiero señalarles que el último es el relativo al establecimiento de una línea de aviación. Asimismo actúa en forma unilateral, estimo que sin atadura a ningún derecho, o a muy pocos, en lo que hace a la ocupación ilegal de las islas.
La tercera observación es que no hacer nada por parte de Gran Bretaña, es decir, aplicar la misma política de los años 1920 y 1930, cuando hubo algunos problemas -no hacer nada decían los ingleses en ese momento, no responder a los “alfileretazos”-, consolida el statu quo de Gran Bretaña y su situación.
Sin embargo, para cambiar ese statu quo se exige una política argentina completamente distinta a la practicada, en vista de los resultados.
La cuarta observación es que a pesar de los valores prevalecientes en la comunidad internacional en lo que hace a los derechos humanos y el descrédito de las situaciones coloniales, en la opinión pública mundial el caso de Malvinas ha perdido visibilidad. Es triste decirlo, pero es así, a pesar del apoyo que hemos logrado en los países en desarrollo, en América latina, en las Naciones Unidas y en otros foros.
La última observación es que en lo que hace al frente interno político y académico la Argentina no tiene una visión unificada sobre el relato histórico. Este es un problema muy grave para encarar una política. Hay como una controversia, un disenso cultural o de enfoque sobre la lectura de la realidad, que es muy grande entre unos y otros. Lo que dicen unos no tiene nada que ver con lo que dicen otros.
Es muy complicada esta situación que involucra tanto el hecho de la guerra como a los veteranos, que -como se ha dicho- fueron tratados en algún momento como parias y luego como privilegiados; hay opiniones encontradas a este respecto. Lo mismo ocurre con los kelpers o habitantes de las islas.
Por cierto las políticas de la Cancillería son consideradas por algunos como muy exitosas, por ejemplo en los años de Di Tella, y por otros como una entrega y una falta de visión política total.
Entonces este es un problema muy complejo porque involucra no sólo las emociones sino también el aspecto racional, es decir, el hecho de cómo encarar este tema.
Yo había preparado una exposición dividida en tres partes porque al constatar desde el interior el disenso y desde el exterior la ineficacia de nuestra acción creía que era conveniente una evaluación de lo hecho, de la situación actual y de qué es lo que falta realizar.
Voy a resumir muchísimo todo lo que tenía preparado y simplemente comentaré algunos enfoques. Cuando menciono lo que se hizo no me refiero a lo sucedido en el año 1833, cuando las islas fueron invadidas, sino desde un momento preciso -que considero el primero- en el que la Argentina realmente expresa con fundamento sus derechos sobre ellas; a mi juicio y desde el punto de vista internacional, fue en el memorando que se presentó en una conferencia interamericana en 1948.
El gobierno de ese momento presentó un muy importante memorando donde se inicia la doctrina argentina en la materia, porque anteriormente eran cuestiones aisladas, rencillas pequeñas , como p.d. la de las “ estampillas “ y a veces no había ningún reclamo. Entonces, ¿qué pasó desde allí en adelante? Diría que es en 1948, en la IX Conferencia Americana de Bogotá, donde la Argentina encuentra el apoyo de países latinoamericanos en una gran declaración.
Asimismo ha habido aciertos y errores; voy a referirme a dos o tres para entrar en el tema.
Creo que tenemos dos grandes aciertos, uno muy conocido y otro totalmente desconocido. El conocido es que logramos en el año 1965 incorporar el tema Malvinas en el Comité de Descolonización como un tema colonial muy importante ya que cambió la naturaleza del asunto: no es una disputa territorial ni de límites sino una cuestión colonial. Eso fue, a mi juicio, un triunfo muy importante de la Argentina. El otro triunfo desconocido y ocultado por razones prácticas fue la declaración conjunta argentinobritánica emitida luego de una reunión que tuvo lugar en Nueva York el 26 y 27 de febrero de 1982 a nivel ministerial en la que las partes reconocieron que había una disputa de soberanía y Gran Bretaña aceptó considerar en detalle -tengo aquí la declaración-, una propuesta argentina sobre procedimiento para lograr mayores progresos en ese sentido y tratar el tema de la soberanía. Fue la primera vez que Inglaterra se avino a tratar el tema de la soberanía;treinta días antes de invadir las islas. Esta declaración fue subutilizada y escondida , porque fue la primera vez que hubo un programa de reuniones mensuales para tratar el tema de la soberanía; lamentablemente todos saben lo que pasó.
En cuanto a los hechos negativos -a mi juiciodesgraciadamente tengo que destacar tres graves. Uno de ellos fue durante la guerra. Creo que se la puede criticar desde el punto de vista diplomático aunque no lo intento hacer aquí y ahora, desde el militar; los nuestros hicieron lo que pudieron, y no quiero entrar en ese tema porque es delicado, respeto a los muertos que dieron su vida por una causa naciónal . Considero que las grandes fallas que ocurrieron durante la guerra fueron diplomáticas. La primera fue no haber previsto antes de iniciar el operativo, el escenario de resolución del conflicto. Había que decidir rápidamente, como hizo Kennedy con el famoso embargo de los misiles (1962), cuando paró los buques sovieticos que traían el armamento misilistico .- Tuvo que decidir entre las Naciones Unidas y el sistema regional, y lo hizo con acierto. Nosotros no decidimos nada, los que lo hicieron fueron los ingleses, que nos llevaron al Consejo de Seguridad con la guillotina puesta en la cabeza desde la entrada. Tendríamos que haber tenido un escenario de convocación del TIAR la noche anterior o veinticuatro horas antes.
El segundo error fue no haber por lo menos explorado las propuestas de Javier Pérez de Cuéllar, secretario general de las Naciones Unidas y del presidente. Javier es un íntimo amigo mío y me dijo que cuando él habló con el presidente Galtieri , el tuvo la sensación de que estaba borracho.
El tercer error que también considero muy grave, por ignorancia, por desconocimiento o falta de estudio, fue el acuerdo marco de pesca entre la Unión Soviética y Bulgaria en 1986, que tuvo la consecuencia nefasta de otorgar independencia económica a las islas ; hoy alguien mencionó los 40 mil millones en relación con los permisos de pesca. Como respuesta a esos acuerdosd el Gokbierno de las Islas inició la politica de dar concesiones de pesca.
Y otro error que quiero destacar -e intervine un poco porque hablé con el presidente para que lo evitarafue el restablecimiento de las relaciones diplomáticas sin contrapartidas y sin negociación que se hizo en Madrid en 1990 durante el mes de enero.
Se tendría que haber iniciado una negociación larga, plana y sin premuras que incluyera a todos los temas de la relación bilateral, inclusive la soberanía; no perder el bargaining power, que era lo único que nos quedaba después de haber restablecido y regularizado la situación. Si analizamos esta situación de retroceso, observo que no hay diálogo; se trata de un diálogo de sordos entre la Argentina y Gran Bretaña. Hay una especie de relación bilateral que languidece. Inclusive, hay mucha improvisación de nuestra parte. Hemos adoptado medidas completamente sorpresivas e unilaterales y con muchos errores.
Además, cada gobierno viene con sus juguetes y da una solución particular de acuerdo con su visión. Hay una imprevisión muy grande y una falta de sistema para tratar la cuestión. Por ejemplo, el acuerdo de Lisboa, que tuvo un largo proceso de gestación debido a que hubo un referéndum que se perdió y después otro más. Pero la Argentina no tuvo una labor informativa dentro de los órganos comunitarios y del Parlamento respecto del tema Malvinas. Creo que hubiéramos tenido una mejor posición dado que hay muchos grupos políticos que coinciden con nuestra posición, inclusive en Inglaterra.
Existe un documento de Cafiero -que leí ayerdonde menciona muchos hechos que considero positivos respecto de Inglaterra. Por ejemplo, el “Time” dice que el espíritu de la época está del lado de la Argentina. Se ha volcado la opinión pública. Creo que tenemos en Gran Bretaña una situación distinta respecto de la que tuvimos antes. Inclusive, el periódico “The Guardian” dice que las colonias lejanas son un anacronismo imperial. Hay mucha literatura y hay grandes sectores, como el laborismo, que quieren dar un paso hacia otra dirección. El laborismo se siente capturado o preso de los muertos y de los kelpers y tiene una imposibilidad de maniobra y de crear una política más imaginativa. Como interlocutores más duros tenemos al lobby local y los conservadores, que son los que representan a los isleños y sus intereses.
¿Qué hay que hacer? Considero que hay que abrir dos grandes capítulos. En primer lugar, cuál va a ser el sistema de formulación de la política exterior de la Argentina. Hasta ahora es un pequeño grupo cambiante. Hay muchos que no saben absolutamente nada de lo que están hablando. Un canciller -no lo voy a mencionar- dijo cosas que son absolutamente al revés de lo que estaba pasando y con evaluaciones poco inteligentes. No podemos seguir practicando este método. Hay que cambiar el método de concepción y de formulación de la política exterior.
Tenemos que ver cómo vamos a conciliar la alternancia política con la continuidad de la gestión. Ese es un problema muy importante porque cada uno que llega viene con una canción nueva o por lo menos cree que sabe. Cierta vez tuve una conversación sobre Malvinas con un asesor principal de un ministro . . Luego de un tiempo, en el que me di cuenta de que no sabía absolutamente nada, le pregunté a qué se dedicaba y me contestó que era agente inmobiliario y que toda la vida se había dedicado a eso. Esos son los que opinan y llegan a decir qué es lo que hay que hacer.
La inteligencia ha sido relegada por el poder. Hay que juntar la inteligencia nacional -los que piensan y estudian- para crear una comisión o grupos destinados a discutir este problema con seriedad y no solamente a partir del poder o de una visión mediática , de éxito coyuntural que quieren lograr. Esto exige también encarar la cuestión de procedimiento, la modernización de los recursos humanos y una Cancillería bien profesional que pueda ser el foco de información y también de convocatoria. En cuanto al contenido de la política, creo que tenemos que revisar nuestras categorías, porque como estamos ahora no vamos a ningún lado. Quiero dar dos ideas. Veo que la única forma de visualizar una solución para el tema de Malvinas es que ella tiene que ser aceptable para las dos partes. Creer que los ingleses van a aceptar todo lo que propongamos es muy difícil, por lo tanto hay que buscar inteligentemente puntos de posibles acuerdos .
Creo que la solución debe tener dos capítulos. Uno es el de los aspectos legales, que son siempre debatibles, como por ejemplo todas las soluciones que se dieron en Hong Kong. En las cuestiones coloniales siempre hay una cuestión legal, a veces compleja como en algunas islas del Pacífico con leasing. Considero que hay que explorar todas las posibilidades y figuras para ver cómo podemos aproximarnos a una solución aceptable para el Reino Unido.
El otro punto tiene que comprender todos los aspectos de la economía y de la producción. No podemos hablar de soberanía si no nos referimos a la pesca, al petróleo, al transporte, al uso de los puertos, a la zona de exclusión, etcétera. Por ejemplo, cuando levantamos las relaciones diplomáticas fueron cada vez peor las medidas de exclusión, la zona de pesca especial, etcétera, etcétera. Es decir, parecería que ponemos casilleros y decimos que triunfamos aquí mientras que por otro lado vamos para atrás. Se trata de un tema complejo, pero desgraciadamente el tiempo no me alcanza para continuar.
Sr. Moderador (Romero).- Señor embajador, lo estimo mucho, pero podemos hacer una pausa y en el caso de que se atrase el próximo panel tal vez podamos darle unos minutos más.
Sr. Lanús.- No, está bien. Creo que lo que hay que hacer es sentarse con cierta humildad y honestidad y convocar -inclusive el grupo del Observatorio Parlamentario podría hacerlo junto con la Cancillería- para hacer una verdadera profundización y ver cuál podría ser la estrategia. La estrategia que cambia permanentemente no sirve. Debemos tener una política de Estado, pero no hay política de Estado porque no hay consenso. Alguien sostiene durante equis tiempo una política pero después no se sabe y se considera que algo está bien y algo está mal. Lo más importante es que esa política de Estado cuente con el consenso de las grandes fuerzas políticas, si no es imposible. En Inglaterra eso es lo primero que hacen. Hay un paper, se discute, se propone y se mantiene la política que es ejecutada por la Foreign Office u otra dependencia. En nuestro caso eso no existe y ni siquiera hay en la propia Cancillería gente con competencia que es consultada a fondo –creo-; hay mucha gente competente pero no existe un sistema de absorción del conocimiento de la inteligencia nacional para formular esa política.
Pido disculpas si he sido un poco incoherente pero achiqué un poco el discurso . . (Aplausos.)